La palabra EMPRENDER tiene una riqueza extraordinaria. Está asociada a la idea de iniciativa y al propósito de hacer algo con tesón y hasta con cariño. Es principiar algo desafiando el riesgo y acometiendo una empresa difícil.
Emprender un camino con resolución y con la voluntad dispuesta a vencer a vencer los obstáculos está en la esencia del concepto emprender.
Y EMPRENDEDOR es el sujeto resuelto , que analiza la realidad, que busca soluciones, que descubre posibilidades, que toma decisiones y emprende sin vacilaciones el camino escogido.
Es esencialmente responsable de la aventura que supone la vida. El emprendedor comulga con el poeta: “CAMINANTE NO HAY CAMINO; SE HACE CAMINO AL ANDAR”
Todo emprendedor siempre emprende algo, pero eso no significa que necesariamente sea o se convierta en empresario, respetando la connotación semántica de la palabra empresario.
A la inversa, no todo empresario es un emprendedor, si bien un verdadero empresario es y debe ser un gran emprendedor.
Pero conocemos a muchos empresarios que son cómodos, burócratas, que utilizan palancas para obtener beneficios, pero carecen de la chispa propia del emprendedor. Estos seudoempresarios son más bien gestores y astutos organizadores del tráfico de influencias. No arriesgan sino aseguran.
El verdadero emprendedor es diferente. Su sonrisa de la mañana, su esfuerzo del día y su tenacidad de la noche lo identifican plenamente.
El emprendedor incorpora a la vida diaria nutriente fantástica como el estado de ánimo positivo, laboriosidad, responsabilidad, cooperación, trabajo en equipo y solidaridad, estimulando la creación de NUEVAS ALTERNATIVAS y la construcción de modelos referenciales que adquieren valor paradigmático.
¡Vale la pena ser un EMPRENDEDOR!
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